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Demolición moral e institucional de la Familia

Demolición moral e institucional de la Familia

El socialismo ataca a la familia en tres frentes simultáneos, que se apoyan mutuamente: el jurídico‒institucional, el educativo, y el de las costumbres. El socialismo tiene en vista producir un cambio fundamental e irreversible en el hombre y en la sociedad, de acuerdo con una concepción filosófica radicalmente atea, igualitaria y libertaria.

Por razones tácticas, los socialistas han decidido no aventurarse en una destrucción drástica e inmediata de la propiedad privada, con la consiguiente implantación de la dictadura socio-económica igualitaria.

Por el momento, se trataría de “relativizar” el derecho de propiedad, mediante nuevos impuestos y otros medios. Su acción destructora de las instituciones que constituyen los pilares de la actual sociedad se vuelve, pues, prioritariamente, contra la familia.

El ataque a la familia se desarrolla en tres frentes simultáneos, que se apoyan mutuamente: el jurídico‒institucional, el educativo, y el de las costumbres. En este triple frente, más que en ningún otro, el socialismo manifiesta claramente que sus objetivos no se ciñen a la conquista del Poder para aplicar un determinado programa de gobierno, sino que van mucho más lejos.

Un cambio irreversible

Lo que el socialismo tiene en vista es producir un cambio fundamental e irreversible en el hombre y en la sociedad, de acuerdo con una concepción filosófica radicalmente atea, igualitaria y libertaria.

Entre la demolición y la reconstrucción de una civilización

Para realizar esta transformación, la familia, pura y simplemente, debe dejar de existir. Pero, de acuerdo al estilo neo-socialista europeo, deberá desaparecer gradualmente, evitando la ruptura irremediable del consenso, en un proceso presentado como la interpretación de las ansias populares reprimidas que exigen más libertad e igualdad.

Familia y utopía socialista, dos realidades que se excluyen

Actuando de este modo, el socialismo no sólo escoge un terreno que le es tácticamente más favorable ‒dada la permisividad moral que tiende a aumentar en Occidente‒, sino que obedece también a sus objetivos estratégicos a largo plazo y a sus más radicales principios filosóficos.

La destrucción de la familia para alcanzar el igualitarismo ‒so pretexto de modernización y liberación sexual‒ parece en estos momentos un camino menos peligroso a los designios revolucionarios que la destrucción de la propiedad privada a golpes de decretos o de fuerza, que despertaría reacciones incontrolables.

La doble motivación estratégico-filosófica responde a una cuestión de fondo que debe ser considerada con detenimiento.

La familia católica y el socialismo

La familia católica comunica a sus miembros una mentalidad y un modo de ser que los hace naturalmente refractarios al utopismo revolucionario.

En el ambiente familiar de un hogar bien constituido, el niño vive bajo la influencia de determinados principios que reflejan de modo admirable el orden del universo: la unidad en la diversidad, la jerarquía, la estabilidad, la rectitud moral, etc. Precisamente por esto, los socialistas luchan para que la familia desaparezca.

Aborto: ni opiniones subjetivas ni conveniencia personal

No es lícito, en estos tiempos, tener ‘una cierta opinión’; o decantar las propias ideas en determinada dirección ‘por intuición’; y mucho menos por conveniencia personal. Es necesario estudiar, leer, profundizar en el tema. La vida no es un juego o una circunstancia fortuita: ni la de cada uno de nosotros, ni la de esos futuros niños que aún no han visto la luz

Luchar contra el aborto legal
La importancia fundamental de conocer con toda exactitud y en profundidad la doctrina católica sobre el tema
Las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre el aborto

En la búsqueda de las raíces más profundas de la lucha entre la ´cultura de la vida´ y la ´cultura de la muerte’ es necesario llegar al centro del drama vivido por el hombre contemporáneo: el eclipse del sentido de Dios y del hombre (…) perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder también el sentido del hombre, de su dignidad y de su vida” (1)

Ofuscados por informaciones y opiniones contradictorias, no pocos católicos están asaltados por múltiples dudas acerca de las enseñanzas y aplicaciones concretas del Magisterio tradicional de la Iglesia sobre el aborto.

En esas condiciones, encontrarán dificultades para cumplir, adecuadamente, el ineludible deber de defender con eficacia la vida inocente del no nacido, bajo constante amenaza en la sociedad contemporánea.

De ahí la importancia fundamental de conocer con toda exactitud y en profundidad la doctrina católica sobre el tema, así como la respuesta precisa a las objeciones repetidas por los abortistas.

Al respecto conviene recordar que:

No es lícito, en estos tiempos, tener ‘una cierta opinión’; o decantar las propias ideas en determinada dirección ‘por intuición’; y mucho menos por conveniencia personal. Es necesario estudiar, leer, profundizar en el tema. La vida no es un juego o una circunstancia fortuita: ni la de cada uno de nosotros, ni la de esos futuros niños que aún no han visto la luz” (2)

 ¿Cuál es el pensamiento de la Iglesia Católica sobre el aborto?

Unánimente, a lo largo de toda la historia, los Padres de la Iglesia, sus Pastores y sus Doctores, han condenado el aborto al que calificaron de homicidio.

Luchemos contra el aborto legal

Como explica la Congregación para la Doctrina de la Fe en el ya citado libro “El Aborto Provocado”:

La tradición de la Iglesia ha sostenido siempre que la vida humana debe ser protegida y favorecida desde su comienzo, como en las diversas etapas de su desarrollo”, oponiéndose de esa forma “a las costumbres del mundo greco-romano”.(3)

Los más antiguos documentos de la Iglesia denunciaron al aborto con severísimas palabras por ser contrario a la ley natural y a la ley divina. Pueden consultarse al respecto: la “Didaché Apostolorum”, ed. Funk, Patres Apostolici, V, II; Athenágoras, “En defensa de los Cristianos”, 35, P.G. 6, 970; Tertuliano, “Apologeticum”, IX, 8. P.L. I, 371-372; Santo Tomás de Aquino, “Comentario sobre las Sentencias”, Libro IV, dist. 31, exposición del texto.

Los últimos pontífices romanos –continúa la Congregación vaticana- han proclamado con la máxima claridad la misma doctrina”, como lo atestiguan la Encíclica “Casti Connubi” del Papa Pío XI (31-12-1930); la Encíclica “Discurso a la Unión Médica Italiana” del Papa Pío XII (12-11-1944); la Encíclica “Humanae Vitae” del Papa Paulo VI (25-7-1968).

Del libro: «55 Preguntas y respuestas contra el Aborto», Acción Familia, 2011


  1.  Cfr. Encíclica “Evangelium Vitae”, tópico 23.
  2. Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, “El aborto provocado-Textos de la Declaración y documentos de diversos episcopados”, prólogo de Mons. Juan A. Reig, obispo de Segorbe-Castellón, España, Ediciones Palabra, Madrid, 2000, p. 9
  3. id ibid,  pp. 34-36.

El ateísmo social conduce a la apostasía de los individuos

Decir que la Iglesia es juez de la moral privada y que ella no tiene nada que ver en la moral pública y política, es decir que la Iglesia no es divina. Es una forma de ateísmo social que conduce a la apostasía de los individuos.

la Iglesia es juez de la moral privada y también de la moral pública y política
Cardenal Pie, obispo de Poitiers, un polemista lúcido y valiente

No faltan personas que tienen la sensación de que los problemas que enfrenta nuestra sociedad en el siglo XXI -con el enorme desarrollo de las tecnologías- son totalmente nuevos y que el pasado nada nos puede enseñar.

Sin embargo, si reflexionamos un poco percibimos que el hombre puede cambiar en sus aspectos superficiales, pero que en su esencia sigue siendo el mismo a lo largo de los siglos. Siempre nuevo, pero siempre antiguo (Nova et vetera)

Es por eso que recurrimos a unas reflexiones del famoso polemista francés el Cardenal Pie (1815-1880) para esclarecer ciertos problemas de nuestra sociedad actual. El Cardenal, tuvo una gran influencia sobre los Papas Pío IX, León XIII y San Pío X.

Todos los días constatamos que nuestra sociedad se aleja a pasos agigantados de la influencia católica y que las leyes e instituciones se van tornando cada vez más hostiles a los principios que enseña la Iglesia. Un ejemplo: el proyecto de este gobierno de retirar  de las ceremonias todas las referencias religiosas. No tardaremos en ver que intenten prohibir los símbolos católicos en los lugares públicos, como ha ocurrido en varios países europeos, especialmente en Italia.

Las leyes y su función pedagógica
El ateísmo social conduce a la apostasía de los individuos
Expulsión de los Cartujos de Francia. Bajo el pretexto de un Estado laico, Francia comenzó una verdadera persecución religiosa a comienzos del s. XX

Veamos cuál es la enorme influencia que esas leyes tienen sobre los individuos.

Según Monseñor Pie, el gobierno que rechaza el derecho público cristiano coopera a la condenación de una multitud de almas. La afirmación sorprende. Sin embargo, ella no expresa sino la realidad.

«Decir que Jesucristo es el Dios de los individuos y de las familias, pero que no lo es de los pueblos y de las sociedades, equivale a decir que no es Dios. Decir que el cristianismo es la ley del hombre individual y no es la ley del hombre colectivo, equivale a decir que el cristianismo no es divino. Decir que la Iglesia es juez de la moral privada y que ella no tiene nada que ver en la moral pública y política, es decir que la Iglesia no es divina».

¿Se puede probar en términos más claros que el ateísmo social conduce al ateísmo individual?

El laicismo y la crisis del hombre actual

Pero, alguien podrá decir, el Estado laico no destruye la fe. El deja al creyente en libertad. Afirma solamente que él, gobierno, no reconoce oficialmente los derechos de Jesucristo y su Iglesia, y que se mantiene en lo que llaman «incompetencia» y «neutralidad». [1]

La exclusión de la religión: «Ni Dios ni Señor»

«Digámoslo francamente, la Revolución no es tan encarnizada contra el sacerdote sino porque ella ha puesto la soberanía del hombre y del pueblo sobre la soberanía divina. De este dogma fundamental deriva todo lo que ella llama, con el nombre muy elástico, de principios modernos y es esa apoteosis de la humanidad que no le permite aceptar una autoridad ‒aunque sea sagrada y circunscrita a la esfera moral de la doctrina y de la conciencia‒ que tenga la pretensión de hablar al hombre desde arriba». [2]

Papel de la educación estatal a-tea

«Desde que poseemos la libertad de conciencia -cita Monseñor Pie a una autoridad de su época- esta preciosa conquista de nuestra Revolución, dicen ellos, después de la abolición de una religión dominante, los principios de la sociedad no permiten que una religión pueda hoy dirigir la educación nacional». [3]

Sin embargo ‒ comentamos nosotros‒ de modo creciente los Estados están invadiendo los derechos de los padres sobre sus hijos, al imponer la enseñanza de doctrinas como las de “género”. Así, el Estado va imponiendo una nueva “religión” a todos los pueblos.

En un próximo artículo veremos las desastrosas consecuencias que la exclusión de Dios de la sociedad produce en ella como un todo: tanto en las instituciones, como en las familias y en los individuos.


Notas:

[1] «Es necesario desconocer totalmente las condiciones reales de la humanidad y querer cegarse voluntariamente sobre la situación moral y doctrinal de nuestro país para no ver hasta qué punto el vicio o solamente la carencia de las instituciones influye sobre todas las clases de la sociedad y pesa aún sobre los espíritus en apariencia más firmes y más independientes». VII,102

[2] Instruction pastorale sur un devoir urgent de la génération actuelle envers le sacerdoce. (Cuaresma 1877).

[3] «La enseñanza filosófica, sobre todo si es dada en nombre del Estado y por profesores y escritores pagados por el Estado, debe conformarse a las leyes y a las doctrinas del Estado. Ahora, el principio fundamental de la sociedad moderna, la gran conquista de la Revolución, es la libertad de culto, la libertad de creencias. La enseñanza filosófica debe por lo tanto respetar la libertad individual de las inteligencias y para ello debe hacer abstracción de todas las religiones positivas y proclamar solamente los principios generales de la ley y de la moral naturales que son comunes a todas las religiones. Así lo exigen el respeto de las conciencias y el espíritu de nuestras instituciones». Tomo III, 199

Cristo Rey del Universo y el laicismo

Cristo es el Rey del Universo y las leyes civiles deben obedecer su Ley
Pantocrator: Cristo Rey del Universo

La aprobación o los intentos de aprobación en Chile de leyes contrarias a la moral, nos llevan a recordar algunos puntos de la «Nota doctrinal», de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. En ella se muestra la obligación de conciencia de participar en la vida pública.

«A Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar…»

El conocido himno católico tiene más actualidad que nunca. En efecto, no podemos permanecer indiferentes a las transformaciones a que se está sometiendo a nuestro País.

La aprobación y el intento de aprobación en Chile de leyes contrarias a la moral, nos llevan a recordar algunos puntos de la «Nota doctrinal», de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. En ella se muestra la obligación de conciencia de participar en la vida pública.

No está permitido apoyar leyes contrarias a la moral con el propio voto

«Se asiste, en cambio, a tentativos legislativos que, sin preocuparse de las consecuencias que se derivan para la existencia y el futuro de los pueblos en la formación de la cultura y los comportamientos sociales, se proponen destruir el principio de la intangibilidad de la vida humana.

«Los católicos, en esta grave circunstancia, tienen el derecho y el deber de intervenir para recordar el sentido más profundo de la vida y la responsabilidad que todos tienen ante ella.

«Juan Pablo II, en línea con la enseñanza constante de la Iglesia, reiteró muchas veces que quienes se comprometen directamente en la acción legislativa tienen la «precisa obligación de oponerse» a toda ley que atente contra la vida humana.

«Para ellos, como para todo católico, vale la imposibilidad de participar en campañas de opinión a favor de semejantes leyes, y a ninguno de ellos les está permitido apoyarlas con el propio voto.

Tampoco a los partidos que las propugnan

«En tal contexto, hay que añadir que la conciencia cristiana bien formada  no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.

«Ya que las verdades de fe constituyen una unidad inseparable, no es lógico el aislamiento de uno solo de sus contenidos en detrimento de la totalidad de la doctrina católica.

«El compromiso político a favor de un aspecto aislado de la doctrina social de la Iglesia no basta para satisfacer la responsabilidad de la búsqueda del bien común en su totalidad.

«Ni tampoco el católico puede delegar en otros el compromiso cristiano que proviene del evangelio de Jesucristo, para que la verdad sobre el hombre y el mundo pueda ser anunciada y realizada.

El matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer
La familia debe estar fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto
Compromiso anti aborto

«Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad.

«Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona. Este es el caso de las leyes civiles en materia de aborto y eutanasia (que no hay que confundir con la renuncia al ensañamiento terapéutico, que es moralmente legítima), que deben tutelar el derecho primario a la vida desde de su concepción hasta su término natural.

Rechazo al divorcio y a la legalización de uniones homosexuales

«Análogamente, debe ser salvaguardada la tutela y la promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las leyes modernas sobre el divorcio.

«A la familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir, en cuánto tales, reconocimiento legal. Así también, la libertad de los padres en la educación de sus hijos es un derecho inalienable,

Principios que son válidos para todos

«No se trata en sí de “valores confesionales”, pues tales exigencias éticas están radicadas en el ser humano y pertenecen a la ley moral natural. Éstas no exigen de suyo en quien las defiende una profesión de fe cristiana, si bien la doctrina de la Iglesia las confirma y tutela siempre y en todas partes, como servicio desinteresado a la verdad sobre el hombre y el bien común de la sociedad civil.

Los católicos deben luchar por los principios cristianos en la sociedad

Verba tua manent in aeternum – la enseñanza de los Papas

¿No es la religión una cuestión personal y privada, como lo proclaman desde hace cien años los adeptos del laicismo? ‒ ¿O bien, los católicos tienen el derecho y el deber de actuar en la sociedad para que los principios cristianos sean los que la rijan? Sobre este asunto central en la concepción de la sociedad moderna, veamos lo que enseña el papa León XIII en su encíclica Sapientiae Christianae sobre los principales deberes de los cristianos.

Los principios cristianos, garantes de la supervivencia de la sociedad.

En primer lugar, León XIII afirma: “Se deja sentir más y más la necesidad de recordar los preceptos de cristiana sabiduría, para en todo conformar a ellos la vida, costumbres e instituciones de los pueblos. Porque, postergados estos preceptos, se ha seguido tal diluvio de males, que ningún hombre cuerdo puede, sin angustiosa preocupación, sobrellevar los actuales ni contemplar sin pavor los que están por venir”.

En efecto, si la sociedad “para nada cuida de las leyes morales, se desvía lastimosamente del fin que su naturaleza misma le prescribe, mereciendo, no ya el concepto de comunidad o reunión de hombres, sino más bien el de engañosa imitación y simulacro de sociedad”.

La autoridad de Dios no puede ser expulsada de la vida social
Presenciamos una guerra a la religión católica
«Y así vemos la gran frecuencia con que claramente se declara la guerra a la religión católica»

León XIII constata que desgraciadamente “Los hombres han llegado a este grado de orgullo que creen poder expulsar de la vida social la autoridad y el imperio de Dios supremo”.

“Llevados por semejante error, transfieren a la naturaleza humana el principado arrancado a Dios; propalan que sólo en la naturaleza ha de buscarse el origen y norma de toda verdad; que de ella provienen y a ella han de referirse cuantos deberes impone la religión. Por lo tanto, que ni ha sido revelada por Dios verdad alguna, ni para nada ha de tenerse en cuenta la institución cristiana en las costumbres, ni se debe obedecer a la Iglesia; que ésta ni tiene potestad para dar leyes ni posee derecho alguno; más aún: que no debe hacerse mención de ella en las constituciones de los pueblos”.

Filósofo inglés: “¿La ley sobre la homofobia? Como los procesos de Mao”

“Ambicionan y por todos los medios posibles procuran apoderarse de los cargos públicos y tomar las riendas en el gobierno de los Estados, para poder así más fácilmente, según tales principios, arreglar las leyes y educar los pueblos. Y así vemos la gran frecuencia con que o claramente se declara la guerra a la religión católica, o se la combate con astucia; mientras conceden amplias facultades para propagar toda clase de errores y se ponen fortísimas trabas a la pública profesión de las verdades religiosas”.